Esta semana, los medios de comunicación, y en particular los vinculados al ambiente, han manifestado la preocupación por el porcentaje del presupuesto 2025 asignado a la conservación de bosques nativos. En esta edición PachaData no será la excepción y trataremos de poner en contexto las consecuencias de esa medida junto con los temas abordados la semana pasada y otras noticias que también se estuvieron publicando esta semana.

Bosque de Yungas, El Fuerte, Jujuy. Fotografía: Sofía Alcalde
¿De dónde venimos?
En nuestra entrega del 13 de septiembre te contamos que Argentina reconoce la importancia de los bosques nativos a través de la Ley Nacional de Bosques (N° 26.331). Mediante esta ley, además de ordenar el territorio a través del establecimiento de zonas (roja, amarilla, y verde) que determinan el tipo de actividad que se puede realizar, también se establece que se debe asignar un 0,3 % del presupuesto nacional para asegurar la conservación de bosques nativos. A este porcentaje se suma el 2 % de las retenciones a las exportaciones de productos primarios y secundarios provenientes de las agricultura, ganadería y sector forestal correspondiente al año anterior.
La verdad es que esta ley representó un gran incentivo para muchos propietarios de fincas y predios incorporados en los ordenamientos territoriales provinciales para presentar proyectos de manejo sostenible y/o conservación. Muchas veces se piensa que los propietarios tienen los recursos para conservar ecosistemas naturales, pero no siempre es así. De hecho, en el caso particular de la provincia de Jujuy 125 propietarios fueron beneficiarios de $92 millones en el marco de esta Ley en el año 2023, lo que representa alrededor de 300.000 hectáreas de bosque nativo destinadas a la conservación y enriquecimiento (lo que equivale a 1 ½ veces el departamento Dr. Manuel Belgrano). Esto trae beneficios para gran parte de la población – regulación del clima, calidad del aire, retención de agua para consumo en las cuencas hídricas –
aunque no sean percibidos directamente.

Reserva Natural Privada Eco Portal de Pierdas, Villamonte, Jujuy. Fotografía: Sofía Alcalde
¿Dónde estamos?
Desde la entrada en vigencia de la Ley de Bosques, año a año el porcentaje de fondos asignados se ha ido reduciendo y, con ello, los esfuerzos para conservar estos ecosistemas. A nivel nacional, para 2024 se asignó solo un 7,37% del presupuesto que corresponde en virtud de la ley. Sumado a ello, con el anuncio del presupuesto 2025, se reveló que el porcentaje que se asignará a la conservación de los bosques nativos es apenas un 2,5% de lo que corresponde por ley. ¿Sabés a qué equivale esto en $$? Esta partida significa $170 (el precio de dos caramelos) para cuidar una hectárea de bosque en un año completo.
23 jurisdicciones argentinas han realizado algún tipo de avances respecto a la ley nacional. Respecto al estado de implementación de la ley, Jujuy cuenta con su plan de ordenamiento territorial ordenado, vigente y acreditado. Mientras que Salta tiene su plan sin actualizar y se encuentra vencido. Sin embargo, como mencionamos en la edición anterior, un equipo técnico estuvo trabajando dos años en la actualización y este documento se encuentra pendiente de ser tratado en la Legislatura.

Bosque sometido a extracción de madera, El Piquete Jujuy. Fotografía: Sofía Alcalde
¿A dónde vamos?
Las consecuencias del estancamiento y retroceso en relación a las políticas y acciones ambientales en Argentina no quedan restrictas a los límites geográficos. El mundo atraviesa una de las mayores crisis climáticas y de pérdida de biodiversidad de la historia, por lo que 193 países más la Unión Europea firmaron la Agenda 2030 y se adhirieron al Acuerdo de París manifestando su compromiso para mitigar esta situación. Sin embargo, los resultados de informes de avance son contundentes, sobre todo en materia de bosques: la deforestación y la degradación forestal siguen amenazando al mundo. Especialmente para América Latina, donde en los últimos diez años la superficie de bosques está en grave retroceso por su transformación para usos como la agricultura, la ganadería, y el desarrollo inmobiliario. Por ello, las medidas y el compromiso que asumamos como sociedad se alinean para contribuir a un marco problemático más grande, ya sea para bien o para mal.
Pareciera que ser uno de los principales ecosistemas responsables de regular las emisiones de gases causantes del calentamiento global, o de asegurar la provisión de oxígeno y agua de calidad (entre otros servicios) no son estímulo suficiente para destinar fondos que aseguren su conservación. A causa de la falta de fondos que se reciben para apoyar la conservación de bosques nativos se desencadena una cascada de consecuencias: empiezan las dificultades para implementar los ordenamientos territoriales, aumentan los casos de deforestación ilegal, y se evidencia mayor falta de definición de metas, indicadores y evaluaciones de impactos de las actividades productivas sobre los bosques. No obstante, para revertir esta situación se vuelve crucial incorporar la conservación de ecosistemas naturales como los bosques dentro de la visión de desarrollo y no como un impedimento para las actividades productivas de un modelo económico lineal.
El futuro de nuestros bosques y de nuestra sociedad, depende de que logremos integrar la conservación ambiental dentro de nuestros modelos de desarrollo, entendiendo que no se trata de una opción, sino de una necesidad imperativa.